«Yo pinto música, el músico que nunca pude ser. Me crié en un conventillo que daba sobre el teatro Politeama. Viví con bailarinas, músicos, actores. Me metí en el teatro y en la música desde siempre. Mi padre era violoncelista y hubiera querido ser como él. La historia es larga…”

“La idea de pintar la cúpula la tuvo Manucho Mujica Láinez. Fui un día a visitarlo y me incitó a pintarla. Con mucho placer por todo lo que me liga al Colón, ya que mi padre Angel, violoncelista, lo inauguró en 1908 con la Aida, realicé el trabajo.

Me llevó un año en el teatro San Martin realizar los bocetos y una maqueta, en la que estudiaba la desproporción que debía existir para ser vista desde abajo con los efectos de la comba (curvas) de la cúpula. En la maqueta se veían todos los problemas y si usted presta atención, verá que algunas figuras tienen las piernas largas y el torso corto, otras el torso largo y las piernas cortas, porque como la cúpula es abovedada, se hizo necesario compensar las deformaciones que presentaba, utilizando esas proporciones. Mide veintidós metros y mis estudios fueron el verdadero sentido creativo. Son cincuenta y tres figuras en cuatrocientos metros cuadrados!

Luego debí pintarla en solo dos meses, cuando el teatro estuviera en receso. Cuando subí por primera vez, confieso que tuve miedo. Son 320 metros cuadrados. Esta hecha de tirantes y yeso belga. El yeso belga es muy antiguo y al fraguar, forma una materia semejante a la madera; este es el secreto de su maravillosa acústica. Esta cúpula es como la caja de un violín. Me ha tocado trabajar cuando ensayaba la orquesta. Es extraordinario. La música los envuelve…»